viernes, 6 de septiembre de 2013

La importancia del enfoque de género e interculturalidad en los programas sociales


Delil Athié

Yo quiero Yo puedo (IMIFAP)

www.yoquieroyopuedo.org.mx




Generalmente los programas sociales a nivel internacional y especialmente en los países en desarrollo, se han enfocado en abatir áreas de oportunidad críticas relacionadas con la pobreza y calidad de vida de los diferentes sectores vulnerables de la población. Algunos de los abordajes implican estrategias de bienestar, equidad, antipobreza y/o eficiencia para aumentar así la participación económica. El contexto socio-político y cultural en cada caso establece pautas claves que respaldan y promueven el desarrollo de acciones concretas. En la medida en la que dichas acciones contemplan las características y necesidades de la población a la que van dirigidas, estos programas podrán tener resultados más profundos y de mayor impacto.

La inclusión de un enfoque de género parte de reconocer una diferencia biológica entre hombres y mujeres, la cual se asocia culturalmente con comportamientos, conductas, actividades y espacios que se valoran de forma diferente en la sociedad y sus estructuras; y que pueden producir desigualdad. En los programas sociales se requiere contemplar la importancia de asegurar oportunidades laborales tanto para hombres como para mujeres y cómo identificar las brechas que pueden existir en el contexto para que esto sea una realidad. Una de las oportunidades y grandes impactos que pueden tener los programas sociales es el favorecer la reflexión sobre aspectos de género como: el rol y participación de hombres y mujeres en los ámbitos económicos, políticos, sociales, familiares y laborales; la responsabilidad y oportunidades asignados a las funciones y los valores que una sociedad otorga a los hombres y mujeres, lo que muy poco tiene que ver con su naturaleza biológica o con su diferencia sexual, sino con la construcción social. En la medida en la que se reconoce el género como una construcción social, la cual se transforma, se aprende y se modifica a través del proceso de socialización, es posible fomentar este proceso de transformación de manera integral. Al tener esto claro, las acciones directas de los programas sociales puedan estar encaminadas a construir de manera participativa y activa las estrategias para abordar las necesidades identificadas, buscando la inclusión y participación tanto de hombres como mujeres, para así favorecer cambios con respecto a la desigualdad pero valorando y haciendo evidente la diversidad. Asumir el enfoque de género en los programas sociales implica reconocer que existen identidades y demandas de género específicas y diferenciadas que deben ser asumidas por los proyectos de desarrollo y que para modificar las discriminaciones o inequidades de género, es necesario ubicarse desde una perspectiva de cambio en estas relaciones.

En el caso de la interculturalidad, este enfoque implica la integración y convivencia entre culturas con un proceso dinámico y sostenido de aprendizaje y comunicación superando prejuicios, asimetrías, desigualdades o racismo por dichas diferencias. No sólo implica reconocer al otro sino entender que dicha relación e interacción enriquece la construcción social y busca el desarrollo de una realidad común. Para esto se requiere el contemplar la diversidad de perspectivas étnicas y culturales como por ejemplo de los pueblos indígenas, reconociendo sus necesidades y participación como actores clave de la implementación de dichos programas y no solamente como beneficiarios pasivos. Es importante considerar como la educación es un recurso mediante el cual se puede construir un entorno de respeto y reconocimiento de la diversidad cultural.

En la medida en la que en los programas sociales se identifica cómo los roles, estereotipos, tradiciones, valores, costumbres y significados socialmente construidos impulsan u obstaculizan las oportunidades, los derechos y las libertades para mujeres y hombres con diferentes identidades culturales, durante su ciclo de vida, impactando en aspectos: sociales, culturales, políticos y económicos, es que las estrategias y acciones a implementarse pueden tener un impacto más significativo en la transformación social y abordaje integral de la pobreza. Este enfoque permite identificar los mecanismos y las causas culturales y sociales que determinan y estructuran la desigualdad de oportunidades y derechos entre mujeres y hombres, de tal manera que no sólo se abordan los efectos evidentes, sino que se trabaja en ir transformando a fondo las raíces sobre las que están construidas esas problemáticas o necesidades.

Por otro lado, la puesta en acción de dichos programas depende de cada uno de nosotros, de la responsabilidad individual que en lo colectivo lleva a verdaderos cambios. De esta manera es posible que se transformen los procesos de socialización, para que reconociendo las diferencias y diversidad, logremos asegurar la dignidad, respeto y oportunidades para todos y todas desde un ámbito de equidad.