Delil Athié
Yo quiero Yo puedo (IMIFAP)
www.yoquieroyopuedo.org.mx
Generalmente
los programas sociales a nivel internacional y especialmente en los
países en desarrollo, se han enfocado en abatir áreas de
oportunidad críticas relacionadas con la pobreza y calidad de vida
de los diferentes sectores vulnerables de la población. Algunos de
los abordajes implican estrategias de bienestar, equidad, antipobreza
y/o eficiencia para aumentar así la participación económica. El
contexto socio-político y cultural en cada caso establece pautas
claves que respaldan y promueven el desarrollo de acciones concretas.
En la medida en la que dichas acciones contemplan las características
y necesidades de la población a la que van dirigidas, estos
programas podrán tener resultados más profundos y de mayor impacto.
La
inclusión de un enfoque de género parte
de reconocer una diferencia biológica entre hombres y mujeres, la
cual se asocia culturalmente con comportamientos, conductas,
actividades y espacios que se valoran de forma diferente en la
sociedad y sus estructuras; y que pueden producir desigualdad. En los
programas
sociales se requiere contemplar la importancia de asegurar
oportunidades laborales tanto para hombres como para mujeres y cómo
identificar las brechas que pueden existir en el contexto para que
esto sea una realidad. Una de las oportunidades y grandes impactos
que pueden tener los programas sociales es el favorecer la reflexión
sobre aspectos de género como: el rol y participación de hombres y
mujeres en los ámbitos económicos, políticos, sociales, familiares
y laborales; la responsabilidad y oportunidades asignados a las
funciones y los valores que una sociedad otorga a los hombres y
mujeres, lo que muy poco tiene que ver con su naturaleza biológica o
con su diferencia sexual, sino con la construcción social. En la
medida en la que se reconoce el género como una construcción
social, la cual se transforma, se aprende y se modifica a través del
proceso de socialización, es posible fomentar este proceso de
transformación de manera integral. Al tener esto claro, las acciones
directas de los programas sociales puedan estar encaminadas a
construir de manera participativa y activa las estrategias para
abordar las necesidades identificadas, buscando la inclusión y
participación tanto de hombres como mujeres, para así favorecer
cambios con respecto a la desigualdad pero valorando y haciendo
evidente la diversidad. Asumir
el enfoque de género en los programas sociales implica reconocer que
existen identidades y demandas de género específicas y
diferenciadas que deben ser asumidas por los proyectos de desarrollo
y que para modificar las discriminaciones o inequidades de género,
es necesario ubicarse desde una perspectiva de cambio en estas
relaciones.
En
el caso de la interculturalidad, este enfoque implica la integración
y convivencia entre culturas con un proceso dinámico y sostenido de
aprendizaje y comunicación superando prejuicios, asimetrías,
desigualdades o racismo por dichas diferencias. No sólo implica
reconocer al otro sino entender que dicha relación e interacción
enriquece la construcción social y busca el desarrollo de una
realidad común. Para esto se requiere el contemplar la diversidad de
perspectivas étnicas y culturales como por ejemplo de los pueblos
indígenas, reconociendo sus necesidades y participación como
actores clave de la implementación de dichos programas y no
solamente como beneficiarios pasivos. Es importante considerar como
la educación es un recurso mediante el cual se puede construir un
entorno de respeto y reconocimiento de la diversidad cultural.
En
la medida en la que en los programas sociales se identifica cómo los
roles, estereotipos, tradiciones, valores, costumbres y significados
socialmente construidos impulsan u obstaculizan las oportunidades,
los derechos y las libertades para mujeres y hombres con diferentes
identidades culturales, durante su ciclo de vida, impactando en
aspectos: sociales, culturales, políticos y económicos, es que las
estrategias y acciones a implementarse pueden tener un impacto más
significativo en la transformación social y abordaje integral de la
pobreza. Este enfoque permite identificar los mecanismos y las causas
culturales y sociales que determinan y estructuran la desigualdad de
oportunidades y derechos entre mujeres y hombres, de tal manera que
no sólo se abordan los efectos evidentes, sino que se trabaja en ir
transformando a fondo las raíces sobre las que están construidas
esas problemáticas o necesidades.
Por
otro lado, la puesta en acción de dichos programas depende de cada
uno de nosotros, de la responsabilidad individual que en lo colectivo
lleva a verdaderos cambios. De esta manera es posible que se
transformen los procesos de socialización, para que reconociendo las
diferencias y diversidad, logremos asegurar la dignidad, respeto y
oportunidades para todos y todas desde un ámbito de equidad.